martes, marzo 21, 2006

Pensar en Israel III



Empezar por el principio. Pero cual era el principio? Decidí que el principio estaba en Israel. Debía hacer uno o dos viajes exploratorios, tratar de hablar con gente que me ayudara a pensar, e ir viendo.

Le escribí a un sobrino de Tito que vive en un kibbutz en el norte de Israel, cerca de la frontera con el Líbano y cuya ciudad más próxima es Naharía a orillas del Mediterráneo, pero en una parte del Mediterráneo que hace pensar más en los Acantilados de Dover que en el Mediterráneo de Tel-Aviv y Netanya que conocemos. Es otro el paisaje, bellísimo, pero más duro, más agresivo.
Le pregunté si estaría dispuesto a recibirme en su casa del kibbutz, donde, de estar de acuerdo, pasaría un par de semanas. Después iría a Tel-Aviv.

Yo quería tener un panorama de como era la vida en un kibbutz desde adentro. Lo que se contaba al respecto, ya lo sabía. Ver, si Marisa podía encajar en un tipo de vida así, claro está, siempre que fuese aceptada.

En esta oportunidad viajaría sola. Por supuesto Noah no sólo me recibió, sino que me brindó su preciosa casa, y se alojó durante mi estadía en otro lugar del kibbutz.
Durante todo este tiempo, pude por suerte, conectarme con el entorno, y en consecuencia desconectarme un poco sin despreocuparme, de las razones que hasta allí me habían llevado, conflictivas por cierto.
Noah, como todos los miembros tenía su casa. Una preciosa casa, muy sencilla, con un jardín propio, que comunicaba con los jardines de las otras casas. Entre una casa y otra había bastante distancia, lo que aseguraba la privacidad.
Tenía una galería techada sobre el frente, donde yo solía sentarme a leer (cuando no salía desde la mañana) a la hora de la siesta. Era invierno, pero el sol del mediodía era maravilloso. Se me antojaba que ese pedazo de paisaje que yo divisaba desde la galería, y al que yo le ponía marco, podía ser un paisaje de la India adonde va la gente a meditar o a practicar el Budismo Zen, tal era la quietud que reinaba en esos momentos.
Una hermana de Noah también vivía y vive en el mismo kibbutz, en otra casa. Nos los veía durante el dìa, ya que trabajaban. Los veía a la noche, o a la tarde a la hora de cenar, se cenaba muy temprano para que las personas que trabajaban en la cocina, pudieran reunirse con sus familias a una hora prudencial.
La comida era muy simple. Casi todo lo que se consumía se producía en el kibbutz, y a la manera de un buffet, estaba todo expuesto. Todo era rico, las verduras, los quesos, los dulces. Creo que aprendí que la comida más sofisticada es la comida más simple, y que era bueno volver a las
fuentes.
El kibbutz, como muchos kibbutzim, tenía una fábrica, y ésta era precisamente de chocolates, así que durante la siesta meditativa o a la noche viendo algún programa de television, no me faltaban mis exquisitas obleas recubiertas de chocolate, de las que consumí una buena cantidad.
El mundo del kibbutz, me pareció mágico. Quizás para el que viva ahí, no lo sea, habrá quien probablemente sueñe con la vida de las grandes ciudades. En fin, supongo que todo siempre es más complejo de lo que parece a simple vista. Prueba de ello, es que mucha gente emigra de los kibbutzim para probar suerte en las ciudades. Quizás yo lo veía de esa manera, porque había experimentado que la vida de la ciudad no nos había dado ninguna respuesta para la situación de Marisa. Es probable.
Durante algunas noches, con la ayuda de Noah planificaba alguna de mis excursiones a otros kibbutz, para averiguar lo que me interesaba. Los domingos lo haría acompañada por él. Otras veces, sola.
No desechaba ninguna ciudad, ni ningún lugar, salvo Jerusalem.
Belllísima, con su arquitectura milenaria y moderna, con su encuentro o desencuentro de culturas, con esa suerte de misticismo que la envuelve, suponía yo, podía volverse en contra de una persona tan vulnerable como Marisa.
Tenía que encontrar un lugar donde recrear, aunque mínimamente, algo de su ciudad natal, por eso la cercanía a Tel-Aviv era lo que más me entusiasmaba.
Todavía había mucho camino a recorrer, preguntar y escuchar.....