domingo, marzo 19, 2006

Pensar en Israel II


Pensar en llevar a Marisa a Israel para intentar insertarse de algun modo en la vida de ese paìs, estudiar el idioma desde cero, retomar el interrumpido idioma ingles, abandonado. Todo parecía una empresa titánica.

A veces, con solo pensarlo me sentía fatigada. Pero me repetía que no me iba a dar permisos para bajonearme. Tenía que seguir adelante y sobre todo no dejarme influir por nadie. El tema de las migraciones es un tema complejo, en el que cada uno tiene una experiencia diferente. No podía dejarme llevar por consejos, ni siquiera los de mi propia familia, que seguramente eran bien intencionados.

Lo que le había servido a otro, a mi podía no servirme, y viceversa. Acaso no somos "nosotros más nuestra circunstancia"? No podíamos compararnos ni con aquél al que le hubiera ido bien, ni con al que le hubiera ido mal.

Tito, en cambio, siempre tenía a cuento, alguna desventura sufrida por algún conocido en Israel. y me pedía ceretezas: Que seguridad tenía yo de que nos iba a ir bien? Trataba de explicarle que en la vida, y en nuestro caso especial con la enfermedad de Marisa, hay siempre muy pocas certezas y muchas incertidumbres.

Como empezar a planificar lo que a simple vista parecía implanificable?

Tenía que convencer a Tito, de algo de lo que yo misma no estaba convencida, lo que era bastante fatigante, y persuadir a Marisa que podría, bajos ciertas circunstancias irle mejor que en Argentina , que de todos modos siempre podríamos volver, porque el plan no incluía levantar nuestra casa. Eso sí, que me hubiera parecido suicida

Era, y traté de explicárselo más de una vez, una prueba.

Tito callaba, no se pronunciaba, Marisa, directamente puso el grito en el cielo y cada vez que yo quería hablar del tema, se iba pegando un portazo.

Así en medio de discusiones y argumentaciones en pro y en contra empezaron las primeras conversaciones.